Ayer tuve un día fatal, fue tan malo que nada salió como yo hubiera pensado. Llegué a creer que nadie había tenido un día tan pésimo como el mío! Se me olvidan frecuentemente, todas las bendiciones que tengo! Paso por alto que siempre habrá alguien que la está pasando peor, mucho peor que yo!
Esta mañana mientras conducía a mi trabajo, muy pensativa por todas las cosas que habría que resolver, escuché en la Radio Católica, el mensaje del Papa Francisco para todos los Argentinos al celebrar la festividad de San Cayetano. Que conste que este mensaje es para todos, no sólo para los "pibes". Nuevamente me quedé con la "boca abierta" al escuchar al Papa Francisco mientras hablaba de la cultura del encuentro! Les comparto un pedacito de su mensaje:
"...hoy, el lema de esta peregrinación, lema elegido por ustedes, seleccionado entre tantas posibilidades, hoy el lema habla de otro encuentro, y dice: "Con Jesús y san Cayetano, vayamos al encuentro de los más necesitados". Habla del encuentro de las personas que necesitan más, de aquellos que necesitan que les demos una mano, que los miremos con cariño, que compartamos su dolor o sus ansiedades, sus problemas. Pero lo importante no es mirarlos de lejos, o ayudarlos desde lejos. ¡No, no! Es ir al encuentro. ¡Eso es lo cristiano! Eso lo que nos enseña Jesús: Ir al encuentro de los más necesitados. Como Jesús que iba siempre al encuentro de la gente. Él iba a encontrarlos. Salir al encuentro de los más necesitados.
A veces yo le pregunto a alguna persona:
- ¿Usted da limosnas?
Me dicen: "Sí, padre".
- "Y cuando da limosnas, ¿mira a los ojos de la gente que le da las limosnas?"
- "Ah, no sé, no me di cuenta".
- "Entonces no lo encontró. Le tiró la limosna y se fue. Cuando usted da limosna, ¿toca la mano o le tira la moneda?"
- "No, le tiro la moneda"
"Y no lo tocaste, y si no lo tocaste, no te encontraste con él".
Lo que Jesús nos enseña es primero a encontrarnos, y en el encuentro, ayudar. Necesitamos saber encontrarnos. Necesitamos edificar, crear, construir, una cultura del encuentro. Tantos desencuentros, líos en la familia, ¡siempre! Líos en el barrio, líos en el trabajo, líos en todos lados. Y los desencuentros no ayudan."
- ¿Usted da limosnas?
Me dicen: "Sí, padre".
- "Y cuando da limosnas, ¿mira a los ojos de la gente que le da las limosnas?"
- "Ah, no sé, no me di cuenta".
- "Entonces no lo encontró. Le tiró la limosna y se fue. Cuando usted da limosna, ¿toca la mano o le tira la moneda?"
- "No, le tiro la moneda"
"Y no lo tocaste, y si no lo tocaste, no te encontraste con él".
Lo que Jesús nos enseña es primero a encontrarnos, y en el encuentro, ayudar. Necesitamos saber encontrarnos. Necesitamos edificar, crear, construir, una cultura del encuentro. Tantos desencuentros, líos en la familia, ¡siempre! Líos en el barrio, líos en el trabajo, líos en todos lados. Y los desencuentros no ayudan."
Después de escuchar este bello mensaje, no pude más que reclamarme sobre la gran falta de caridad que tengo, y hacer un análisis sobre la pobre cultura de encuentro que tengo como hábito en mi vida. Estos encuentros realmente hacen la diferencia en la rutina de cualquier persona, inclusive de aquella que podríamos llamar afortunada porque no carece de nada material. Sin embargo estas personas son muchas veces las más ignoradas; son invisibles y no existen para nadie! Nos movemos diariamente entre tanta gente, y pocas veces nos vemos a los ojos, pocas veces nos comunicamos con todos los sentidos que el Señor nos ha dado.
Si duda alguna, si ponemos en práctica la cultura del encuentro, tendremos mejores ambientes y sociedades, podremos convivir como hermanos, como verdaderos cristianos, y será hasta entonces que nuestro testimonio dará frutos sustanciales, tal y como bien lo describe el Papa:
"Tu corazón, cuando te encuentres con aquél que más necesita, ¡se va a empezar a agrandar, agrandar, agrandar! Porque el encuentro multiplica la capacidad del amor. El encuentro con otro, agranda el corazón."