Estamos próximos a finalizar el mes de marzo, y no me había dado el tiempo de escribir desde hace algunos meses. Las cosas no han andado bien en mi proyecto de vida, y eso se nota inicialmente en la frecuencia con la que escribo. Hoy he decidido hacerlo por dos razones: es día de San José y por lo tanto día del padre, y me siento con los ánimos que considero necesarios para plasmar estas líneas.
Me refiero a San José porque es un santo que libró batallas que seguramente nunca imaginó...como que muchas cosas le salieron mal! Y vaya empresa tan importante la que el Padre le tenía encomendada: ser custodio de la Sagrada Familia y papá putativo de nuestro Señor Jesús. Imagino a San José enmedio de sus dudas, de sus temores, de sus planes frustrados, al saber a nuestra Señora en estado de gestación sin haberle desposado. Luego, la salida hacia Egipto con la Virgen María porque la vida del niño Jesús peligraba.
Lo que más admiro de San José es su capacidad de confianza, obediencia y fe en los planes de Dios. A pesar de todas las adversidades que tuvo que vivir, la humildad de San José se ve reflejada en su obediencia, y serenidad (no se reveló contra la providencia perfecta del Padre).
Actualmente me encuentro trabajando en un emprendimiento personal, y algunas cosas no han resultado de la mejor forma. El año pasado perdí mi casa y mi empleo, y esto me llevó a tomar la decisión de mudarme a una zona rural y emprender. De este lado, no hay nada seguro. Muchos estudios aseguran que el 95% de los nuevos negocios terminan cerrando. Así que de este lado, me tiemblan la piernas, surgen las dudas, pesan los miedos. He olvidado más de un día, poner mi proyecto en manos de Dios. Mi certeza en su amor de Padre, debería ser mayor. Si estamos haciendo lo que nos corresponde, El Señor nos ayudará, pondrá los medios y las personas que necesitamos. Tengamos fe! A manera de San José, encomendemos nuestras jornadas a Dios, porque El hace nuevas todas las cosas!
Fotografía de Irina Orellana, Finca San Isidro, Copán, Honduras