"Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas."
Desde los valles de la vida, cuando las cosas no han salido del todo bien, y vemos lejana la cumbre que deseamos conquistar, es muy fácil pensar que Dios se ha olvidado de nuestras necesidades. Me ha pasado más de una vez! Por más que me he prometido no dudar del amor del Padre, me encuentro con cierta frecuencia intranquila, con temores infundados con respecto a los resultados que tendré en proyectos importantes.
Hoy día, nada es seguro, consistente o fiable. Los mercados financieros, los impuestos, las regulaciones, los políticos, nuestros sistemas democráticos, el orden mundial, los amigos, y a veces hasta la misma familia, cambia de parecer y sentir de la noche a la mañana. Entonces, en quién descansar? Hacia dónde fijar nuestra mirada en terreno inseguro?
El Salmo dispuesto por La Iglesia el día de hoy, nos regala algunas luces:
"Es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los poderosos" (Salmo 118(117))
El Salmo es categórico en su afirmación, y nos da la garantía de que no seremos defraudados si confiamos en Dios. Sin embargo, para tener una relación de confianza con el Señor, necesitamos convertir nuestro deseo en acción. Debemos trabajar en nuestra fe, y para ello el Espíritu Santo nos asiste. Mediante la gracia del Espíritu, y no por esfuerzo propio, surgirá un deseo de seguir al Señor, de escuchar su Palabra y proclamarla, de celebrar la Eucaristía y pertenecer a una comunidad, de confesar nuestras faltas y sentirnos perdonados, de tolerar y perdonar al hermano, de amar en la dimensión de Cristo. Para mí, el sentido de la vida se resume en amar. Si queremos el mejor ejemplo, pongamos los ojos en Cristo, buen pastor, amigo fiel, cuyo amor nos redime y nos transforma.
Cristo sigue dando la vida por nosotros! No sigamos esperando o confiando en lobos que nos abandonarán cuando las cosas se ponen feas. Creamos en Cristo, quien conoce nuestras oscuridades, nuestros corazones cansados y heridos. Ante los ojos del buen pastor no hay pecados tan grandes que no puedan ser perdonados, ni corazones tan destruídos que su bálsamo no pueda sanar. Permitamos que Cristo entre en nuestros corazones y se los robe! Sólo así podremos decir al igual que el Salmista:
"Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor."
Fotografía de Irina Orellana
El Salmo es categórico en su afirmación, y nos da la garantía de que no seremos defraudados si confiamos en Dios. Sin embargo, para tener una relación de confianza con el Señor, necesitamos convertir nuestro deseo en acción. Debemos trabajar en nuestra fe, y para ello el Espíritu Santo nos asiste. Mediante la gracia del Espíritu, y no por esfuerzo propio, surgirá un deseo de seguir al Señor, de escuchar su Palabra y proclamarla, de celebrar la Eucaristía y pertenecer a una comunidad, de confesar nuestras faltas y sentirnos perdonados, de tolerar y perdonar al hermano, de amar en la dimensión de Cristo. Para mí, el sentido de la vida se resume en amar. Si queremos el mejor ejemplo, pongamos los ojos en Cristo, buen pastor, amigo fiel, cuyo amor nos redime y nos transforma.
Cristo sigue dando la vida por nosotros! No sigamos esperando o confiando en lobos que nos abandonarán cuando las cosas se ponen feas. Creamos en Cristo, quien conoce nuestras oscuridades, nuestros corazones cansados y heridos. Ante los ojos del buen pastor no hay pecados tan grandes que no puedan ser perdonados, ni corazones tan destruídos que su bálsamo no pueda sanar. Permitamos que Cristo entre en nuestros corazones y se los robe! Sólo así podremos decir al igual que el Salmista:
"Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor."
Fotografía de Irina Orellana