En la celebración del Corpus Christi, demos gracias al Señor por hacernos partícipes de su gracia a través del sacramento de la Eucaristía, muestra verdadera de su presencia entre nosotros! Creamos en sus promesas! El estará con nosotros hasta el fin del mundo (Mateo 28,20)!
Estemos alegres al sabernos amados por un Dios tan bueno, que siempre nos acompaña en los desiertos de nuestra vida, se interesa en nuestras necesidades, tristezas y alegrías. Siempre nos provee lo que más conviene (Deuteronomio 8,2-3), puesto que su plan para nosotros es perfecto.
Seguimos viviendo tiempos difíciles, inciertos, llenos de carencias materiales y afectivas. A pesar de la pandemia, nuestro corazón sigue siendo duro, y nos cuesta ser solidarios con quienes tienen mayores necesidades que nosotros. En estos momentos de hambre y muerte, vemos como nuestros Gobiernos roban y derrochan lo que no es suyo, para favorecer sus mezquinos intereses. Y entonces qué hacemos? Hoy Jesucristo nos invita a formar un solo cuerpo, a alimentarnos de Él, a nutrirnos de su gracia y poder dar testimonio a través de nuestras vidas. Consecuentemente como buenos cristianos podremos ser para otros esa mano solidaria. El mundo nos necesita!
Nosotros somos partes valiosas de la Iglesia, donde Cristo es cabeza, y nos conduce aún en los momentos más duros. Busquemos alimentarnos de su cuerpo y sangre, comida verdadera que nos transforma! Es así como llenos de Cristo, podemos cambiar el mundo!
Fotografía, tomada de Zenit.