sábado, 7 de diciembre de 2013

Oración en medio de la adversidad



Tenía pendiente esta entrada desde el mes pasado, cuando el 12 de Noviembre mis ojos vieron las primeras imágenes del desastre causado por el Tifón Haiyan en Filipinas, especialmente en la ciudad de Tacloban. Como siempre, las imágenes que más roban atención en los medios, son las que muestran destrucción y muerte. Sin embargo, en medio de tanto dolor, también recibimos imágenes que en lo personal las considero toda una catequesis.



De inmediato saltó la pregunta en mi interior: ¿qué hago yo cuando las cosas no salen bien en mi vida?, o mejor dicho cuando todo me sale mal, a tal punto que lo único que veo es desesperanza, miedo, fracaso, confusión, enojo. Trabajamos tanto para definir planes "perfectos" con mecanismos de contingencia debidamente calculados, y de acuerdo a nuestro buen juicio, perfectos. Pero olvidamos algo importante: no controlamos nada, somos frágiles criaturas.



Últimamente me ha pasado mucho de esto, pienso que si hago mi mejor esfuerzo, que si busco agradar a Dios, que si he decidido seguirle y servirle en su Iglesia, todo saldrá de mil maravillas, pero la realidad es que muchas cosas se tornan más difíciles, vienen problemas y la vida parece volverse "cuesta arriba". Buscar explicaciones es inútil. Con lo que Dios permite, solo nos queda aceptar con fe lo sucedido; confiar en su divina y perfecta providencia, la cual siempre procura lo que mejor conviene a nuestras vidas.

Las tres imágenes que hoy les comparto, son ejemplo de la importancia que la oración tiene para estas personas. ¡Rezar es todavía una opción para muchos! Nos recuerdan que en tiempos de crisis, de desastres, de miedo, de impotencia, de dolor y de enojo, la oración aliviará nuestras penas y sanará muchas heridas. Necesitamos paz interior, discernimiento y sabiduría para tomar las mejores decisiones, y mucha fe para sabernos confiados y seguros en Dios, quien no deja de amarnos nunca. Si el nos permite sufrir, también nos dará los medios para cargar con nuestras cruces. ¡Recordemos que como cristianos, no podemos pretender vivir sin cruz! Con ella somos partícipes de su pasión, y lo seremos también de su gloria.


Fotografías tomadas de medios informativos



1 comentario:

Mento dijo...

Si el nos permite sufrir, también nos dará los medios para cargar con nuestras cruces. En esa esperanza seguimos caminando hermanilla. :)
Un beso.