Se me hace difícil abstraerme de la realidad en estos difíciles momentos que vivimos en Honduras, pero es algo que he decidido hacer al menos durante algunas horas de mi jornada. Esta mañana decidí trabajar en el jardín, y poner atención a las pequeñas cosas que Dios nos regala. Necesitaba el silencio y vaciar mi cabeza de tantas voces disonantes, que para nada convienen si deseo tener un poco de paz. A medida fuí avanzando con lo que usualmente hago en el jardín (remover malezas, rastrillar, recoger basura, limpiar maceteros), pude dar gracias por el infinito amor de Dios.
El sol, la brisa, las flores, mi salud, mis manos, el pequeño patrimonio, la familia, los amigos, un día más...la fe! Me dije, esto cambia todo, porque sin fe probablemente no estaría poniendo mis proyectos en manos tuyas Señor. Y precisamente el salmo 23 dispuesto por la Iglesia para este día, nos habla de la bondad del Señor, de sus cuidados y protección:
"El Señor es mi pastor, nada me puede faltar...
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal porque Tú estás conmigo...
Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida."
Hoy no tuvimos buenas ventas, probablemente mañana tampoco.
Espero equivocarme y recibir clientes que caen del cielo.
Mi misión es levantarme para trabajar por lo que he decidido emprender,
con la fe y esperanza de que Dios también hará lo suyo, porque a diferencia de nuestros políticos y autoridades, El sí cumple sus promesas.
Fotografía de Irina Orellana, Eucaristía en Cañaveral.